jueves, 16 de agosto de 2007

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Te acercas rápidamente y dices: “Me podés buscar un libro. Estoy apurado”.
El vendedor parece aliviado de tu interrupción, aunque no entiendes el por qué de su palidez.
De pronto sientes que una mano ventosa te sujeta del hombro. Descubres que el otro cliente era en realidad un extraterrestre y ha decidido raptarte a ti en vez de al vendedor.
Pasas el resto de tu vida entre naves espaciales y sondas de distintos tamaños.

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